URABÁ, UN MAR DE TINTA.

Por: Iván Graciano Morelo Ruiz
ivanmorelo@yahoo.com

Coincidiendo con la idea de ver a Urabá  desde el arte como un componente del patrimonio material e inmaterial, creo que los pintores, escritores, músicos, escultores, la misma comunidad desde la cotidianidad,  vienen haciendo posible que la gente de otros lugares puedan hacer  una lectura, desde la  estética, más comprensible de la región; gracias a la poesía, la música,  la pintura,  la escultura,  la narrativa oral y escrita; muchos de estos artistas de Urabá o que residen en la región, han   logrado proyectar su obra   más allá de los límites de la tierra caliente, “ de las bananeras”, como suelen decir  mis coterráneos. 

Son diversas las temáticas que  abordan nuestros hacedores de arte, verdaderos cultores en el sentido de que ayudan a cultivar, desde la creación estética, los  valores culturales sobre los cuales se sostiene la cohesión social.
 
Especialmente en la pintura, se puede observar una búsqueda constante por resignificar, con cierta  insistencia, las dimensiones sociocultural,  espiritual,  ecológica,  política; además, se tocan temas que, aunque corresponden al contexto local cotidiano, trascienden las fronteras regionales  por el buen tratamiento en la técnica, originalidad y pertinencia; es decir, en el caso de los pintores se puede afirmar que están en condiciones de universalizar a la región con sus propuesta pictóricas. De hecho, hay quienes se destetaron hace mucho rato, por lo que sus búsquedas o propuestas son muy contemporáneas, con las que interpretan y dan cuenta de lo que es Urabá: una región culturalmente diversa, socialmente compleja, ecológicamente rica y, al mismo tiempo, caracterizada por un simbolismo unificador  propio que la hacen resaltar en el mapa cultural del país.  

Desde el canto limpio de la  poesía, la prosa, cuyos líricos y fieros ecos  suenan lejos,  se propone y se convoca a los pobladores de la región a ser sensibles  frente a toda esa florida variedad de recursos que están ahí, y que no se perciben  como propia, como parte vital. La magia de una región que se pinta de un sol rojo,  de verde banano, de un amarillo achiote y también de  amarillo luna,  que se pincela de azul marino…  porque Urabá es un crisol de luz,  un mar de colores y tinta. Por esto y por mucho más, se debe ver a Urabá  desde  cualquier parte del mundo como una región de gente bullanguera que danza y canta, y que a través del teatro popular permite hacer una lectura de un pueblo que le hace frente a la violencia y a la injusticia con  espíritu alegre y festivo, no exento de crítica responsable, pues la alegría que se ve a flor de piel en cada ciudadano, lleva, en el fondo, el lastimero canto de libertad de un legendario pájaro de multicolor plumaje que sobrevuela, cual mitológico vigía, el explayado mar de tinta del arte urabaense.

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