Plutarco Carrasquilla sería ejecutado por sospechas antes del amanecer. Al despedirse de sus tres hijos y mujer, después de contarles la nueva se le veía, sin embargo, tranquilo. En el cruce de palabras les pidió ir a la morgue donde le practicarían la autopsia para que estuvieran pendientes de que, en vez de rellenarle la panza con algodón, le embutieron las páginas de sus libros…
Así lo hicieron.
Desde el entierro de Plutarco Carrasquilla, todas las noches de plenilunio aparece en su tumba un extraño hombre, y sentado sobre ella, se le ve leer un voluminoso y empolvado libro titulado la risa de Aristóteles.
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