Se siembran palmas de tagua en Chigorodó


Tagua: Corozo de palma que, dentro de su oscura coraza, juega a ser piedra preciosa. Dije de coco marfilado. Joya vegetal. Eficaz amuleto para no se qué. 

Rafael C.

Bajo la mirada escrutadora de  transeúntes, se sembraron en tierra fértil varias  palmas de Tagua, ubicadas en diferentes lugares estratégicos: parque infantil frente a la institución educativa Los Andes de Chigorodó Antioquia,  parque lineal (sector “La cotorra”) y en el renovado  parque principal del municipio en mención.
El acto ocurrió el 23 de junio de 2007, fecha en que don Roberto Arroyave, ciudadano amable, “Quijote cívico”  de Chigorodó e Iván Graciano Morelo Ruiz,  gestor cultural sembraron las palmas de tagua, para sentar un precedente en la historia del municipio, puesto que la tagua, espacialmente sus semillas conocidas como “marfil vegetal” o “Antá” en lengua Katío—, fue uno de los renglones representativos de la economía en la región de Urabá a finales del siglos XIX y principios del siglo XX. Este producto vegetal se exportó  durante varios años hacia Europa y Estados Unidos, con las cuales fabricaron botones, hebillas, pinillas, pulseras, manillas, collares, anillos,  ajedreces, y otros objetos de gran valor artesanal y artístico. El “marfil vegetal”, perdió su valor comercial cuando aparecen los materiales sintéticos como el plástico.

En la región de Urabá, uno de los comerciantes de tagua fue don Eusebio Campillo, “leyenda viviente” por lo que las gentes cuentan acerca  de este escurridizo personaje, conocido como "El Rey de la Tagua", de él habla con lujo de detalles en sus relatos, el escritor Mario Escobar Velásquez, Óscar Darío Ruiz H., entre otros.
En el momento de la siembra de las  palmas de tagua asistieron personalidades como: el señor alcalde de ese entonces, Edgar Payares, José Arley Mosquera, Secretario de agricultura, Carlos Fabián Arenas,  comunicador de la actual administración municipal, Leonardo  Estrada Úsuga (escultor), y Luis Carlos Torres, director casa de la cultura, quienes vieron positivamente el gesto de la siembra de las taguas; no solo con el propósito  de ornamentar, sino que era necesario rescatar y preservar una  palma nativa de la región, más aun, si se tiene en cuenta lo importante que fue ese producto agrícola para las gentes de ese entonces. De hecho, fueron muchos los recolectores de tagua al mando de don Eusebio Campillo, y que algunos de ellos  murieron debido a las mordeduras de serpientes mapaná, ya que las culebra se camuflaban como guardianas en las  hojapalmas  secas de tagua. Una flor de tagua cuando cae al suelo,  se asemeja a una culebra.

La siembra de las taguas fue más que un acto simbólico, pues se propuso  con ese gesto: lo que significa la tagua para una región, además, se pretende al mismo tiempo que los chigorodoseños y visitantes, turistas, se interesen y apropien del valor histórico e incluso económico, pues en la actualidad es posible reactivar ese producto y comercializarlo como ocurre en el Ecuador, donde lo trabajan industrialmente, generando divisa para el país.

 Si desean indagar más acerca de la tagua, léanse la versión de don Luis Vélez, historiador de Turbo, titulada “Don Eusebio Campillo, El Rey de la Tagua”. Es una leyenda, que se encuentra recopilada en el libro Mamá Candó, promovido por el poeta y escritor Óscar Ruiz H.

Iván Graciano Morelo Ruiz
Docente y gestor cultural
 

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